jueves, 28 de julio de 2022

YO SOY UN HOMBRE DE CAMPO (Entre el recuerdo y la nostalgia)

 














Yo soy un hombre de campo,

de terruño de labor,

y sé que las amapolas

tienen hermoso color,

pero le hacen daño al trigo,

le secan el corazón

mermando cosecha y vida

del humilde labrador.

Lo aprendí yo de pequeño,

mi padre me lo enseñó,

y en mi memoria lo tengo

guardado como lección.

 

Yo soy un hombre de campo,

de terruño de labor;

he madrugado en verano

y he visto salir el Sol;

sé cómo canta la alondra

en los días de calor;

he visto correr al zorro

huyendo del cazador

y me he puesto de su parte

dejándole refugiarse

en su escarbada guarida,

salvando él su vida

y llevándome yo un “sermón”.

 

Yo soy un hombre de campo,

de terruño de labor;

he trillado paja y grano

para después aparvarlos

y, sometiéndolos al viento

de las aspas de una máquina,

he logrado separarlos;

he vendimiado las viñas

y las uvas he cargado

en talegas de mimbre

sobre mi hombro de humano

para verterlas en cestos

tejidos por hábiles manos,

siendo de mimbre también

por ser material muy sano;

los he cargado en mi espalda

y al lagar los he llevado

para vaciar en él

el fruto en ellos portado;

y ya en el lagar las uvas,

y después de ser pisadas,

su sangre es guardada en cubas

donde se obra el milagro

de que el mosto se haga vino

después de haber fermentado;

y siendo vino ha llegado

a ser bebida apreciada

para acompañar comida

y celebrar alegrías,

aunque a veces en su exceso

también causa averías.

 

Yo soy un hombre de campo,

de terruño de labor;

de llanura castellana;

de calles de lluvia y barro

con charcos que en invierno

hacían de agua carámbano;

de zahúmo de lata y alambre,

con brasas de paja y palo,

para dar calor de pueblo

a inviernos en pandilla

con meriendas de ilusión

compartiendo espacio y sueños

en ágil conversación;

de aro de chapa y guía

que rodaba con tracción

del brazo que lo empujaba

mientras las piernas corrían

cuesta arriba y cuesta abajo

sin costarles ni un sudor;

de veranos de acera y fresco

escuchando a la experiencia

que en historias nos contaba

alguna gente mayor…;

y de muchas otras cosas

que mi memoria almacena;

cosas de campo y terruño;

cosas de campo labriego

donde el destino y sus dados

quisieron que yo naciera,

y también que yo creciera,

siendo testigo del hecho

de que, entre sembrado y barbecho,

en el terruño nombrado,

la vida se hace milagro

hasta que la muerte llega

y doblando las campanas

se nos entrega a la tierra;

y después se hace memoria

en los que aquí quedan.

 

Yo soy un hombre de campo, 

de terruño de labor, 

y sé que las amapolas

tienen hermoso color; 

son rojas como la sangre

que circula por mis venas

y mueve mi corazón

de terruño y sementera

que soporta los otoños

y ama las primaveras.


Impersonem.

 

  

16 comentarios:

  1. No soy una mujer de campo, pero si mis padres y lo amo.

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    1. Yo sí soy de campo, me gusta el terruño y mis raíces se hunden en él. Me alegro de que, a pesar de no ser una mujer de campo, ames el campo por ese origen de tus padres.

      Abrazo

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    1. Este verano ha sido terrible, sobre todo en la Sierra de la Culebra. Es una pena que se destruya la naturaleza de esta manera... Pocos medios preventivos y resolutivos; y un origen de algunos fuegos susceptible de ser investigado...

      Abrazo

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  3. Que delicada, dedicada y bella manera de honrar la naturaleza, esa vida tan conectada con lo genuino, creo que muchos males de esta sociedad no existirían si nada más todos viviésemos aún rodeados de tanta hermosura, la que nos brinda un lenguaje e inspiración sin igual. En el campo, en la playa, lejos del cemento, de la contaminación y del ruido del orbe… nos sentimos más cerca de Dios.

    Hermoso poema, un gusto leerte amigo. Un abrazo, Paty

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    1. Gracias, Paty. Me gusta el campo. Mis raíces están conectadas con el terruño; nací y crecí en él...

      La vida en el campo ha cambiado mucho; los pueblos de terruño y labranza se han ido despoblando y cada vez tienen menos gente, pero en la memoria de quienes nacimos y nos criamos en ellos aún convivimos en el recuerdo con los que fueron y con los que somos...

      Abrazo

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  4. Es un poema precioso...
    Me ha gustado muchísimo.
    Te felicito.

    Saludos.

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    1. Gracias Toro... Un poco de memoria, un mucho de nostalgia y un no sé qué y un qué se yo que no sabría cómo explicarte... Tengo muchos recuerdos de infancia y de juventud y algunos han qudado transcritos en este poema...

      Abrazo

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  5. Mi madre nació en el campo y mi padre en la tierra del carbón. Tengo en las células ese amor por la naturaleza que traspasa la mirada. Felicito tu poema. Muy sentido.
    Abrazos

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    1. Hola, Tatiana. El amor por las raíces familiares suele estar presente siempre en nuestros corazones.

      Gracias.

      Abrazo

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    1. Gracias, Amapola. Y sabes que frecuentemente me suele abrazar la nostalgia y, a veces, mi corazón intenta hacer un poema con ella.

      Abrazos

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  7. Me ha encantado este poema... sentir el amor profundo por el terruño al que pertenecemos. Muy bello.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Sara. Sí, mi corazón es de terruño y cereal. De trigo y de cebada; de trilla (ya no se trilla, ya hace muchísimos años que las cosechadoras hacen esa labor) y vendimia (ahora ya no quedan viñas). El poema es de recuerdos de infancia y juventud...

      Abrazo

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  8. Me has trasladado a otros tiempos, a otros ámbitos, a otros rostros y otras palabras. Gracias.

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    1. Yo al escribirlo, Fackel, también me trasladé a otros tiempos, a mi pueblo natal (desde hace tiempo no vivo allí), a un montón de recuerdos e imágenes de niñez y de juventud... al recurdo de muchos que ya no están... En fin, a la vida de un pueblo de tierra de campos (Zamorano) donde están mis raíces y mis recuerdos más emotivos...

      Gracias a ti por leer y coincidir...

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