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El pensador, de Auguste Rodin,
en el Museo Rodin, en París
Nos miran con ojos ocultos
tras el velo del progreso
espiándonos con ahínco;
nos la dan rimando con cinco
mientras nos cazan con queso.
¡Pero nos creemos cultos!
Aun con nombre somos bultos;
piezas de quita y pon
que usan, explotan y tiran;
y sabiendo que nos miran
es poca nuestra precaución.
¡Pero nos creemos cultos!
No nos tratan como adultos.
Despreciando la conciencia
nos tutelan con sus leyes.
Nos ponen yugo de bueyes
mientras nos exigen paciencia.
¡Pero nos creemos cultos!
Impersonem.