Don Quijote. Gustave Doré.
Me
dijeron que yo estaba loco…
y, a
la luz de la ciencia
que
impone creencias,
tenían
razón…
A
lomos de “mi Rocinante”
salí
tan campante
y me fui
por ahí…
Me
dijeron
que
por ese camino
me iba
a perder,
pero
yo,
que
soy más tozudo
que
una mula cerril,
seguí
para adelante
y he
llegado hasta aquí…
Los
rebaños
estaban
llenos de lobos
con piel
de cordero…;
los
molinos
no
llenaron de harina
el
costal que tocaba…;
los gigantes
se rieron mucho de mí
y de
tanto sufrir esas risas
aprendí
yo a reír:
jajaja
jejeje jijiji
¡jo!
¿Por
qué las cosas han de ser así?
En la
venta
me
salió cara la ronda
a la
que invité…
(margaritas
a los puercos
nunca
fue un gran negocio
ni en el
trabajo intenso
ni en
momentos de ocio,
pues, donde
reinan los tuertos,
la
visión periférica de quien manda
la
deciden las narices
y los
ciegos se quedan sin perdices)
Mi
amada “Dulcinea”
aguanta
mis aventuras
a
veces bien,
a veces
mal,
todo
pende del depende
del
según, sin, sobre, tras…;
si
metemos la aritmética
y los “pantys”
estadísticos,
ya
podemos afirmar,
en
honor a la verdad,
que lo
lleva regular…
Trashumo
sin escudo ni escudero,
pues, en
vez de ser hidalgo,
sólo
soy gente del pueblo
y no
pudiendo pagarlos
así
voy yo más ligero…
Mi
galgo no es corredor,
está siempre
en el comedor
“estirao”
cual rabidalgo…
me da
a mí que para la caza
no
tiene muy buen olfato…
aunque
yo, del cazador,
detesto
hasta el tiro al plato…
Impersonem.